sábado, 7 de marzo de 2009

Martin Sombra es tan cínico como Correa, Chávez y los demás cómplices de las Farc

En sendas entrevistas desde la Cárcel Modelo para el programa La Noche de RCN y la W Radio, el terrorista Helí Mejía mas conocido como Martín Sombra, manejó una elevada dosis de histrionismo, premeditada con el fin de disimular su sanguinario pasado de 42 años de militancia criminal en las Farc, llamar la atención de los incautos que pudieran calificarlo como un humilde campesino que se vio obligado a tomar las armas, y desde luego, eludir con artimañas la responsabilidad que le cabe por la comisión de múltiples delitos de lesa humanidad.

Las marrulleras respuestas de Martín Sombra, trajeron a la memoria colectiva de los colombianos, el recuerdo de las teatrales actitudes de Tirofijo cuando decía: "se debe hacer lo que haiga que hacer", o, "vustedes saben que a yo me robaron unas gallinitas y unos marranitos"; ambas con el ánimo de generar opinión distorsionada, que lo presentara como un campesino obligado a levantarse en armas contra el Estado, y no como quien en verdad era: Un miembro del comité Central del Partido Comunista Colombiano, encargado de dirigir la acción terrorista contra el Estado legítimo, para tomarse el poder e instaurar una anacrónica dictadura totalitaria similar a la cubana.

Dicha actitud pareciera ser una metódica línea de conducta de la primera generación fariana. En 1994, tropas de la Brigada Móvil 1 capturaron en límites del Páramo del Sumapaz y Uribe-Meta, a José Joaquín Hachipis alias Juaco Cauca, uno de los terroristas mas antiguos de las Farc, compadre del sargento Pascuas y estafeta de confianza de Tirofijo.

En el lugar de la captura, las tropas le encontraron una pistola calibre nueve milímetros con mas de 100 cartuchos para la misma, documentos de las Farc, y cerca de su casa una caleta con los equipos de retransmisión de la emisora clandestina Resistencia.

Llevado ante las autoridades judiciales el curtido terrorista, asumió similar actitud a la de Martín Sombra. Todo el tiempo habló con acento campechano, dijo ser ignorante absoluto de las leyes colombianas, haber sido ingenuo al guardar esa pistola a un campesino que se había ido de la vereda sin decir cuando volvía, nunca haber visto las Farc, no haber sido nunca guerrillero etc.

Pero el asunto no se queda en estas simplezas de los tres terroristas de origen campesino enunciados. Todos los indicios apuntan a demostrar que estos rasgos de comportamiento son la norma directriz en la conducta de los comunistas.

Así lo confirman el descarado cinismo de los mandatarios comunistas Rafael Correa del Ecuador, Hugo Chávez de Venezuela y los demás integrantes del torvo complot contra Colombia.

Rafael Correa asume actitud de víctima. Niega que el sabía que Reyes vivía a sus anchas en el Ecuador. Dice que si Ignacio Chauvín se reunió con Reyes fue a sus espaldas, y fuera de eso que traicionó la patria. Se inventó cinco condiciones para reanudar las relaciones diplomáticas con Colombia, de las cuales la más importante es que el gobierno colombiano le retire los cargos por ser facilitador del terrorismo, acorde con los escritos hallados en los computadores de Raúl Reyes.

Además se contradice en torno a la siniestra componenda que por orden suya desarrollaba el ministro Gustavo Larrea con las Farc, sin decir nada acerca del trabajo político organizativo del partido comunista clandestino de las Farc, que la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos (ALDHU) presidida por Larrea, ha realizado en la línea fronteriza colombo-ecuatoriana, e inclusive la autorización que dio a las Farc, para que asesinen a cualquier ecuatoriano residente en el sector, que se oponga al trabajo organizativo de masas realizado por las Farc en contubernio con algunos delegados clandestinos de Alianza País, el movimiento político que llevó a Correa a la presidencia ecuatoriana.

De remate, Correa desafía con locuacidad a Colombia y a los Estados Unidos, elude el tema del narcotráfico y de manera reiterativa asume actitudes histriónicas similares a las de Martín Sombra, con el argumento que el es inocente, que fue Colombia la que lo agredió, que Ecuador no tiene nada que ver en la guerra contra Colombia, y que su país ni considera terroristas a las Farc, e implícitamente que no las va a combatir dentro de su territorio, por que el (Correa) quiere la paz para Colombia, es decir la artificiosa paz comunista, según la cual la única paz verdadera, ocurre cuando los comunistas se tomen el poder e instauren una dictadura totalitaria, desaparezca la propiedad privada y se imponga el marxismo-leninismo.

Lo mismo sucede con Hugo Chávez. Tira la piedra y esconde la mano. A sabiendas que nadie cree en sus fanfarronadas, abraza al presidente Uribe en público, afirma que no tiene ni ha tenido nada que ver con las Farc, dice que Venezuela no es santuario de terroristas a pesar de tenerles hasta oficina en el Fuerte Tiuna de Caracas, y así sucesivamente.

Por su parte el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, es aún mas solapado, por ende mas cauto. Sabedor de la gravedad que es apoyar a un grupo terrorista, pone a sus subalternos a hablar con los delegados de las Farc, les apoya en la clandestinidad, mientras que se apoya en el liderazgo que ha ganado la economía brasileña en el hemisferio, para con sorna estilo Martín Sombra, disimular la cercana proclividad de Lula con los terroristas.

Prueba de ello es el calculado montaje de la supuesta participación humanitaria del gobierno brasileño en la liberación de seis secuestrados, cuyo verdadero objetivo, era resucitar el cadáver político de las Farc, y fortalecer la ambiciosa candidatura electoral de Piedad Córdoba a la presidencia de la república.

En síntesis, no se le puede creer a Martín Sombra, pues su actuación es tramposa y tránsfuga, encaminada a meterse en los beneficios legales de la Ley de Justicia y Paz, con la intención de seguir dedicado a delinquir. Tampoco se puede creer en la buena fe de Chávez, Correa y Lula. Los tres son piezas de una misma estrategia totalitaria contra el hemisferio.

Así como el Foro de Sao Paulo busca esclavizar en los senderos del marxismo-leninismo a todo Latinoamérica, bajo la solapada batuta de Lula Da Silva; el Plan Estratégico de las Farc del cual no hay muestra fehaciente de algún cambio, pretende la toma violenta del poder y la manipulación del acuerdo humanitario para sumarse a la conjura internacional de corte marxista-leninista.

Mientras tanto los intelectuales de izquierda, los amigos de las Farc y los autonombrados mediadores, tratan por todos los medios de desprestigiar al gobierno colombiano, con el fin de legitimarse como la salvación del país. La misma actitud marrullera de Martín Sombra, Hugo Chávez y Rafael Correa, pero desde otro ángulo.



Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
www.luisvillamarin.com
Analista de asuntos estratégicos

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