jueves, 5 de febrero de 2009

Acuerdo humanitario frente al Plan Estratégico de las Farc

Terminado el sainete montado por las Farc, el gobierno brasileño, los autodenominados Amigos de Colombia (algunos de ellos amigos de las Farc) y Piedad Córdoba, no queda duda, que los terroristas siguen empeñados en buscar reconocimiento político sin el rótulo de terroristas. Tampoco hay dudas, que el Complot comunista contra Colombia, sigue en pie.
Mientras los agentes de policía y el soldado, liberados el domingo 1 de febrero, fueron explícitos en describir los artilugios propagandísticos de las Farc, que a la vez dejaron al descubierto las patrañas politiqueras y manipuladoras del dolor de las familias de los secuestrados, orquestadas por Piedad Córdoba y su combo; los dirigentes políticos Alan Jara y Sigifredo López, hablaron hasta por los codos, de manera irresponsable criticaron la Seguridad Democrática, ensalzaron a Piedad Córdoba (candidata presidencial de Chávez y las Farc), y en un evidente cumplimiento de lo urdido por los terroristas a cambio de su liberación, la pusieron por el cielo, al mismo tiempo que con fines electorales venideros, cuestionaron al mandatario colombiano...
Lo grave del asunto es que conciente de la manipulación calculada que ha hecho del tema en asocio con las Farc, Piedad Córdoba asumió una supuesta actitud de benefactora bienintencionada, mientras por debajo de la mesa se teje una estratagema politiquera en contra del gobierno colombiano, como parte activa de la conjura internacional de los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia contra Colombia.
Resulta sintomático que todavía haya idiotas útiles que dan por cierta la supuesta intención humanitaria de la cuestionada senadora liberal y sus cómplices. La verdad clara y precisa, es que la premeditada liberación de los dos últimos dirigentes políticos y de cuatro miembros de la Fuerza Pública sin grado dentro de la jerarquía institucional, al mismo tiempo que dejaron en las guaridas a los oficiales y suboficiales, es un eslabón de la cadena de artilugios orquestados por los comunistas latinoamericanos, en aras de legitimar al grupo terrorista, para integrar a Colombia al embeleco politiquero izquierdista, de insertar el país dentro de la órbita de influencia castro-chavista.
En síntesis, lo ocurrido entre el domingo 1 y el jueves 5 de febrero de 2009 con la liberación unilateral de seis secuestrados, es un audaz montaje de guerra sicológica fariana, acolitada por el gobierno brasileño, contra la institucionalidad colombiana. La aparente buena voluntad de la locuaz mediadora, y la defensa obligada que de ella hicieron Jara y Sigifredo, es el desarrollo de un libreto urdido por el Secretariado de las Farc, con el fin de presionar el acuerdo humanitario, pero con todas las condiciones de una gavilla terrorista contra Colombia.
En ese orden de ideas, es coherente la respuesta dada por el presidente Uribe en Villavicencio después de la liberación de Jara. Acuerdo Humanitario, sin politiquería, sin presencia extranjera diferente a la Cruz Roja y sin el regreso al delito de los terroristas encarcelados.
Si fuera cierto que las Farc quieren un acuerdo humanitario que conduzca a un proceso de paz, como dicen de manera folclórica e irresponsable Jara, Sigifredo y Piedad Córdoba, lo correcto sería que liberaran a todos los secuestrados sin contraprestaciones, porque además es un mandato popular fáctico, exigido por el pueblo colombiano el 4 de febrero, el 20 de julio y el 28 de noviembre de 2008.
Lo contrario es una cruel manipulación del dolor de los secuestrados, una farsa tramposa similar a la de los diálogos del Caguán y una trama mas de la línea de conducta del Plan Estratégico de las Farc. Algo así, como otra jugada estratégica, para ver si el gobierno colombiano cae en la trampa.
La cuestión no es tan sencilla ni simplista como la planteó primero Eladio Pérez y luego la resarcieron Alan Jara y Sigifredo López, con la estúpida interpretación de los eventuales resultados de un acuerdo humanitario manejado a su antojo por las Farc, según la cuál, si la seguridad democrática es tan sólida, dicho acuerdo no le haría mella.
Eso sería cierto si las Farc obrarán con sinceridad y sensatez, pero la realidad es diferente. Así como asesinaron a 11 diputados del Valle, o, escondieron el cadáver del mayor Guevara, y luego negaron a pie juntilla cualquier responsabilidad al respecto, tampoco se les pude creer en este caso, porque la premeditada liberación unilateral de esto seis secuestrados, es apenas una pieza mas del ajedrez estratégico del Secretariado de las Farc en contubernio con sus compinches. Igual que siempre lo han hecho, las Farc juegan con el dolor de sus víctimas y se burlan del anhelo de paz del pueblo colombiano.
El presidente Uribe tiene claras las cosas. Entiende con precisión cuál es el verdadero objetivo que hay detrás de esas cortinas de humo, algo que parecieran no entender o no querer comprender, los humanistas bienintencionados y los idiotas útiles de los camaradas del Partido Comunista Clandestino, que de paso difunden ideas distorsionadas dentro de la opinión pública.
Hacer un acuerdo humanitario en las condiciones planteadas por las Farc, es cometer un garrafal error histórico, de consecuencias impredecibles para el futuro de Colombia. Lo que está en juego en tan difícil situación, no es la necesaria e impostergable libertad de 23 compatriotas, cuya vida es trofeo de guerra y politiquería para los secuestradores, sino la continuidad histórica del sistema de valores democráticos, que rige la nación.
En lugar de dejarse instigar por las lágrimas de cocodrilo de Piedad Córdoba y sus cooperadores, sería mas productivo que Alan Jara, Ingrid Betancur, Sigifredo López y los demás liberados (que fueron secuestrados por representar a los ojos de las Farc, a la clase política corrupta e ineficiente que ha desangrado a Colombia); se dedicaran a multiplicar por el mundo entero, la verdad de quienes son las Farc, que es lo que pretenden, cuáles son los cobardes métodos coactivos de barbarie que utilizan; como opera la estratagema de Lula, Chávez, Correa, Ortega, Morales y la dictadura cubana; así como el riesgo que este esquema anquilosado de gobierno, se impusiera en Colombia.
La estrategia de Seguridad Democrática no puede ceder ante los artilugios de lobos con piel de oveja. En todo este entuerto, las Farc y sus aliados, no han hecho otra cosa diferente que jugar con el dolor de las víctimas del secuestro y la buena fe de los colombianos, que no aún no han comprendido la farsa de sus propuestas.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
www.luisvillamarin.co.nr
Analista de asuntos estratégicos