martes, 21 de abril de 2009

Criminal manipulación para liberar al cabo Moncayo y los demás secuestrados

El siguiente acto del sainete propagandístico y politiquero montado por las Farc y sus áulicos, es el morboso anuncio de la liberación del cabo Moncayo, secuestrado hace más de once años en el Cerro Patascoy. Tiene toda la razón el Presidente Uribe al contestar enfadado que lo correcto es que nunca ha debido ser secuestrado.
Las Farc y sus cómplices internacionales de Caracas, La Habana, Quito, Managua, La Paz, Buenos Aires y Brasilia, jugaron un as pero perdieron la partida. Pretendían utilizar la reciente Cumbre de las Américas para resarcir el cacareado y reiterativo consenso de los comunistas del Foro de Sao Paulo, según el cual, es urgente "la paz" para Colombia a partir del amañado acuerdo humanitario que les quite el rótulo de terroristas.
Pero el inusitado protagonismo del presidente norteamericano Barack Obama, opacó a los demás y dejó en segundo lugar y sin protagonismo mediático, al audaz flechazo de las Farc. Esa y no otra es la razón por la que lafigura visible de Colombianos por la Paz, insiste en que el gobierno es el que está demorado.
Se les desbarató el plan. Igual que cuando no tenían al niño Emanuel, o cuando fueron capturados en Bogotá tres terroristas con las pruebas de superveniencia de Ingrid Betancur y otros secuestrados; o cuando fue abatido Raúl Reyes y los analistas de inteligencia descifraron los gravísimos secretos registrados en los computadores del cabecilla y la forma como venía en marcha el complot contra Colombia.
La artificiosa etapa anterior a la anunciada liberación de Moncayo, no es nada diferente a las estratagemas publicitarias descubiertas en los computadores de Reyes, en aras de lograr el reconocimiento de beligerancia de las Farc.
Tampoco es nada diferente a las líneas de acción dispuestas en el Plan Estratégico del grupo terrorista. Nada distinto a los quiméricos sueños de los jurásicos marxistas-leninistas de tomar el poder en Colombia por medio de la combinación de todas las formas de lucha, para implantar una sanguinaria dictadura comunista similar a la cubana.
Y los actores de reparto del sainete, vuelven a ser los mismos. El presidente Lula, con su actitud de "yo no fui, todo fue a mis espaldas y yo lo único que quiero es la paz de Colombia", desarrolla un papel protagónico en el teatral escenario.
Como buen comunista, el presidente brasileño sigue aferrado a las ideas del proletariado triunfante, a la supresión del capitalismo así haya que utilizarlo como un medio para lograr el fin, a la unidad marxista-leninista de todos los gobiernos latinoamericanos y a destruir por todos los medios el capitalismo del llamado imperio norteamericano.
Por su parte, los autodenominados Colombianos por la Paz, también cumplen su parte en el reparto actoral. En lugar de forzar a las Farc a que liberen a todos los secuestrados sin contraprestaciones, y de paso convencerlos para que se sometan a la ley de justicia y paz, su locuaz representante tiene el descaro de hablar de los "prisioneros de guerra", "las Farc ejército del pueblo", "el comandante Cano" y otras perlas que solo sirven para refrendar su afinidad ideológica y su parte en el show.
Ni a los terroristas ni a los "pacifistas" del sui generis grupo Colombianos por la Paz, pareciera importarles un ápice el dolor de los secuestrados. Unos y otros se tapan con la misma cobija y por el contrario, se evidencia que están amangulados para hacer las entregas a cuentagotas, con misterios, con improperios y descalificaciones contra el gobierno nacional, con retardos calculados, con la búsqueda de padrinos internacionales, con despliegue mediático y con la obvia intención que la audaz mediación postule al o a la candidata a la Presidencia, proyectada a ser el presidente(a), que negocia con los terroristas la desmovilización de sus estructuras, a cambio del gobierno de transición hacia el gobierno integrado al socialismo del siglo XXI, que pulula en el continente.
Si fuera cierto que a los llamados Colombianos por la Paz, les interesara la paz y el bienestar de los compatriotas, no actuarían como multiplicadores del caballo de Troya que se esconde en la propuesta del acuerdo humanitario tendiente a legitimar a los terroristas, ni se prestarían para que las Farc abusen de la estupidez funcional del papá del cabo Moncayo, quien igual a la mamá de Ingrid Betancur, se dedicó a despotricar del Presidente Uribe, en lugar de asediar a los terroristas que han secuestrado, torturado y maltratado a su hijo.
Los "intelectuales" de izquierda que se identifican como Colombianos pacifistas amigos de Colombia, no son imbéciles. Por el contrario son personas con los cinco sentidos en orden. Por lo tanto, saben y entienden, que las liberaciones a cuentagotas, son una macabra y siniestra manipulación del dolor humano. Conscientes o inconscientes hacen parte del síndrome de Estocolmo colectivo, que quieren imponer los terroristas a todos los colombianos.
Por esa razón es incomprensible que se presten para semejante monstruosidad. Si de verdad son amigos de Colombia y en realidad quieren la paz, entonces que lo demuestren con hechos concretos; más que con "mediaciones humanitarias" que esconden artilugios publicitarios. La única opción pacifista es la desmovilización de los terroristas, y a eso es que debieran apuntarle, quienes en aras de sacar del camino al presidente Uribe, juegan a Dios y al diablo, sin importarles que con sus actitud maniquea hacen parte de la descomposición política del país y el futuro de la institucionalidad.
Es hora que tanto los alebrestados antiuribistas y los indiferentes, se den cuenta que el presidente Uribe no es el problema, que las Farc no son la solución a los males estructurales del país, y que legitimarlos no contribuye a nada, pues los terroristas no representan a nadie más que al arcaico partido comunista colombiano.
Si Colombia entera se manifestó de manera multitudinaria contra las Farc y exigió la liberación incondicional de todos los secuestrados, como verdadera muestra de paz, la obligación de quienes se auto denominaron "colombianos por la paz" en supuesta representación del sentir popular, debe ser de respaldo al país y el cumplimiento irrestricto de un claro mandato colectivo de la nación.
Por dicha razón, es hora que Colombia deje atrás el silencio y exija a los terroristas que liberen al cabo Moncayo y a los demás secuestrados, sin actos propagandísticos, sin mediadores mañosos como Lula y sin la torva intención de Chávez, Correa y Ortega de legitimar a las Farc y sin la estupidez funcional de quienes creen que hacen un gran favor al país, con tanto show innecesario. Ese sería el final del sainete...
Y también es hora que el profesor Moncayo recapacite hacia donde debe apuntar la artillería, pues lo más seguro es que alebrestado por los secuestradores, su hijo va a salir a repetir las mismas frases ordenadas por las Farc que dijeron Luis Eladio Pérez, Alan Jara y Sigifredo López, para presionar al gobierno colombiano que la única opción es el canje humanitario, en las condiciones que imponen los terroristas.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarin.com